Salvador Rueda es el director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona: un consorcio entre el ayuntamiento de Barcelona, la diputación de Barcelona (la provincia) y el área metropolitana. Este artículo forma parte de una serie de entrevistas conducidas en el marco del Curso sobre Sostenibilidad de Ciudades organizado por la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles (ICES), la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y el Ayuntamiento de Santander entre el 28 de julio y el 1 de agosto de 2014. Conoce más sobre el Curso aquí. ICES: ¿Cuál es la importancia del espacio público para las ciudades? ¿De qué manera la promoción y creación de espacios públicos contribuye a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos? El espacio público es el que define la existencia de la ciudad o no. Porque podemos tener casas, pero no son ciudad, son urbanizaciones. Y no tenemos espacio público allí, tenemos espacio urbanizado, porque no sucede nada, son como cementerios. En cambio, las ciudades lo son porque tienen espacio público. Es decir, un lugar donde se pueden realizar todos los usos y las funciones que la ciudad nos permite: Que el niño pueda jugar, que pueda haber fiesta, que pueda haber intercambio económico, que pueda haber manifestación política, etc. Es el espacio público lo que nos hace ciudadanos. Con el paso del tiempo hemos perdido el origen de la palabra, pero al final lo que define la ciudad es ese lugar, que es la casa de todos, y es el que hace que los ciudadanos puedan manifestarse en toda su amplitud. El problema es que hemos ocupado el espacio con unos artefactos ‘infernales’: hacen mucho ruido, producen una contaminación horrible y ocupan todo el espacio. No permiten hacer otra cosa aparte de que la gente circule por esos espacios. Lo que tenemos que hacer es un cambio de modelo de movilidad que nos permita liberar el espacio que hoy ocupa la motorización. ICES: ¿Cuál es el concepto de las supermanzanas? Las supermanzanas son nuevas células urbanas de unos 400 o 500 metros de lado, en donde la periferia se articula como si fueran vías básicas. Conectadas unas con otras nos da una red que está pensada para el vehículo de paso, para el que quiera ir lo más pronto posible de un lado a otro de la ciudad. Pero el interior lo transformamos. Son áreas de 10 km/h, donde pueden jugar los niños, donde las personas invidentes pueden deambular seguras. En donde se pueden hacer todos los usos que la ciudad nos permite. Y que en la situación actual no nos lo permite la motorización. Con las supermanzanas liberamos en una ciudad, en el caso Barcelona, el 70% del espacio que hoy ocupa la motorización. Con lo cual, las supermanzanas se nos revela como ese módulo que, dispuesto uno al lado del otro, nos permite generar redes de transporte perfectamente sincronizadas: el transporte público, el coche, el viaje a pie, la bicicleta… todo encaja. Pero sobre todo además encaja que cuando tu coges la supermanzana en sí misma, puedes hacer un proyecto urbanístico de transformación. Y nosotros proponemos hacerlo a través de nuestro desarrollo teórico que se llama el urbanismo ecológico. ICES: En ICES trabajamos con ciudades de tamaño intermedio que están creciendo muy rápido en América Latina y el Caribe. Si tuviera la oportunidad de conversar con un alcalde y darle un consejo sobre cómo manejar sus espacios públicos y cómo generar ciudades cada vez más para la gente. ¿Qué consejo le daría? Con la propuesta de las supermanzanas no tienen que tirar ni una casa, ni un edificio. Y en cambio transformarán radicalmente la ciudad. ¿Saben por qué? Porque haremos que los peatones dejen de serlo para convertirse en ciudadanos. Podrán andar, naturalmente, sobre todo, pero además podrán jugar, podrán divertirse, podrán estar haciendo nada si no quieren, podrán intercambiar económicamente en ese espacio, y entonces la actividad en ese espacio se multiplica por 1000. Como en todas las ocasiones en las que nosotros la hemos desarrollado. Y ya son unas cuantas.